En una de las carreras presidenciales más polémicas en mucho tiempo, los candidatos Trump y Clinton ponen en juego algo más que el trono de la Casa Blanca. Presentamos los perfiles de ambos y analizamos la política exterior que tienen por delante.
Paul Isbell
8 November
The election contest remains tight and still potentially volatile. In any case, a deep challenge of national unity will remain.
José Pablo Martínez
3 de noviembre
Ante el escenario impredecible de las elecciones, resulta llamativo observar cómo en Ohio se mantiene una ventaja significativa de Donald Trump.
Angela Paloma Martín
26 de octubre
“Cuando las mujeres son las protagonistas, se aprueban más leyes sociales”. Si Hillary Clinton gana, su campaña será más que histórica.
Carlota García Encina
11 de octubre
Los republicanos sienten una gran preocupación tanto por el resultado de las presidenciales como por las del Congreso, clave en el equilibrio de poder.
FiveThirtyEight RealClearPolitics · Encuestas Mapa New York Times Daily Telegraph
Ex senadora, ex secretaria de Estado (2009-2013) y ex primera dama (1993-2001), Hillary Clinton ha estado en la vida política norteamericana durante más de cuatro décadas, emergiendo como la primera mujer en ser candidata de uno de los grandes partidos para ocupar la Casa Blanca.
Como cuenta en su autobiografía, con 14 años escribió a la NASA ofreciéndose de voluntaria para formarse como astronauta. La respuesta fue simple: “no se admiten niñas”. Desde entonces y después de mucho trabajo, determinación y obstáculos puede hacer historia si se convierte en la primera mujer presidenta de su país.
Siendo primera dama, elaboró un plan de reforma del sistema de salud que finalmente fracasaría, y aguantó duros ataques personales tras varias investigaciones y escándalos que marcaron los últimos años de la presidencia de Bill Clinton. Elegida como la primera mujer senadora por Nueva York en el año 2000, ha sido la única ex primera dama en postularse a un cargo público, siendo reelegida en 2006.
En 2008 luchó por la nominación demócrata contra Barack Obama con muchas críticas dentro de su partido. Al final, Obama se aseguró la nominación y ganó las elecciones generales, nombrándola secretaria de Estado. En sus cuatro años en el cargo visitó 112 países, más que ningún otro secretario de Estado, subrayando la importancia de los derechos humanos y los derechos de las mujeres. También lideró el “pivote” hacia Asia, la respuesta de EEUU a las primaveras árabes y la intervención en Libia en 2011.
El 7 de junio de 2015, Clinton gana la nominación por el Partido Demócrata tras vencer a Bernie Sanders y a los otros candidatos en las primarias. Su programa incluye una reforma integral de la política migratoria, mantener los actuales acuerdos comerciales (aunque ha planteado serias dudas sobre el Acuerdo de Asociación Transpacífico - TPP), intensificar las acciones de la coalición internacional para combatir al autodenominado Estado Islámico, y una visión conservadora y continuista de la política exterior.
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Heredero de una de las grandes fortunas de la construcción de EEUU, magnate de los negocios, estrella de la televisión, celebridad global y una marca personal, Donald J. Trump es el candidato republicano a la Casa Blanca.
Barajó la idea de ser candidato a la presidencia en varias ocasiones desde finales de los ochenta y en 2014 planteó presentarse a gobernador de Nueva York, pero nunca llegó a entrar en las carreras; incluso se afirma que corrió la idea de que formara pareja con George H. W. Bush en las elecciones de 1988.
Trump anunció su candidatura para presidente de EEUU el 16 de junio de 2015, y rápidamente emergió como favorito para la nominación del Partido Republicano. Sus intervenciones en entrevistas y en actos de campaña han sido casi siempre controvertidas. Hasta ahora ha aglutinado a aquellos votantes republicanos disgustados con el gobierno federal, que se sienten engañados, defraudados y con pocas expectativas de futuro y que quieren rebelarse contra esa desilusión.
Afirma querer ser un “unificador” y en más de una ocasión ha querido defender su “elegibilidad” frente a los que se la han negado. De lo que ya nadie duda es que Trump es una opción real y ha dejado obsoletas las divisiones regionales, ideológicas y religiosas que han moldeado al Partido Republicano en los últimos años para convertirse en el candidato oficial. Ahora quiere hacer lo mismo a nivel nacional siendo elegido presidente de EEUU.
Su programa incluye medidas para combatir la inmigración irregular y una política migratoria restrictiva, modificar los acuerdos de libre comercio que califica de injustos para el país y ofrece una visión no intervencionista sobre la política exterior, aunque promete acabar con el autodenominado Estado Islámico.
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Predecir cuál va a ser el legado de un presidente de EEUU es una tarea complicada porque un legado no es algo estático y no hay más que ver cómo las reputaciones de algunos presidentes han oscilado a lo largo del tiempo. Los historiadores son, además, particularmente escépticos sobre la posibilidad de determinar dichos legados cuando los mandatarios aún están en la Casa Blanca, principalmente porque es el sucesor quien va a jugar un importante papel en cómo el predecesor pasará a los libros, además de que posibles acontecimientos futuros pueden mover la balanza de un lado hacia el contrario.
Barack Obama llegó a la Casa Blanca con unas enormes expectativas sobre su presidencia no solo en su país sino en buena parte del mundo. Se comprometió a restaurar la dañada imagen de su país a pesar de su poca experiencia en materia de política exterior, pero antes tenía que tratar de resolver dos guerras altamente impopulares como eran Irak y Afganistán. Desde entonces ha pasado mucho tiempo y a pesar de la dificultad que implica determinar el éxito o fracaso de las iniciativas en materia de política exterior de su administración, algunas podrán pasar a formar parte de su legado, entendido como aquellos logros que pasarán a la historia. Entre ellos podrían estar la mejora de las relaciones diplomáticas con sus aliados, el acuerdo con Irán sobre su programa nuclear, la relación con Rusia y las consecuencias de la invasión de Ucrania, el impulso de varios acuerdos comerciales, el “pivote” o “reequilibro” hacia Asia-Pacífico, la implicación en la lucha por el cambio climático, la política de no proliferación nuclear, la lucha contra el terrorismo global, la respuesta a las primaveras árabes, la guerra en Siria y el auge del autodenominado Estados Islámico, el restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Cuba y las relaciones con Europa.
Fernando Reinares
19/10/2012
Las próximas elecciones presidenciales no sólo serán importantes para los norteamericanos sino también –y mucho– para el resto del mundo. Tanto Hillary Clinton como Donald Trump apuestan por diferentes maneras de definir la posición global de EEUU y su compromiso en el mundo. EEUU sigue siendo el actor más importante en el ámbito internacional, presente en todas aquellas reuniones y mesas en las que se tratan de resolver las principales preocupaciones en el mundo, y suele ser clave para determinar la agenda internacional. Cualquier cambio en el camino que ha tomado EEUU en política exterior puede, por tanto, tener drásticas implicaciones para sus aliados y socios, y más allá. Sin olvidar que el país se enfrenta a un mundo que ha cambiado drásticamente en la última década.
Gane quien gane las elecciones a la Casa Blanca, ambos buscan forjar una nueva política exterior del país, diferenciándose en mayor o menor medida de la administración anterior. El candidato republicano se ha subido al carro del aislacionismo, mientras que la líder demócrata apuesta por un liderazgo comprometido de EEUU. A pesar que los retos domésticos a los que el próximo presidente deberá enfrentarse son una prioridad, son muchas y complicadas las tareas que se van a encontrar en el ámbito internacional y que tendrá que resolver.
Quien suceda a Barack Obama tendrá que negociar con una China que crece, una Rusia que resurge y una amenazadora Corea del Norte. Tendrá que lidiar y negociar la paz en Siria, tener un plan para derrotar al Estado Islámico sin apartarse de la lucha global contra el terrorismo, no olvidarse de la crítica situación de Irak y Afganistán, verificar el acuerdo nuclear con Irán, y darle una vuelta a la OTAN y a las relaciones transatlánticas, entre otros asuntos.
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