El Real Instituto Elcano, que está a punto de cumplir quince años, ha venido desarrollando durante su corta pero activa historia las tres tareas que son propias de un laboratorio de ideas. En el mundo de los think-tanks, donde domina la lengua inglesa, las tres palabras que designan esas tareas tienen en común empezar por la letra “A”: analysis, assessment y advice; o, dicho en español: estudiar, evaluar y recomendar. Nuestro instituto se dedica, en efecto, a realizar estudios internacionales y estratégicos con el máximo rigor posible y, por consiguiente, en todo este tiempo hemos venido proporcionando conocimiento serio y sofisticado sobre esas materias tanto a nuestra sociedad como al lector extranjero interesado en una perspectiva española. Pero nuestra labor va más allá del análisis sólido y neutral pues tiene también un importante componente crítico y, sobre todo, prescriptivo que es lo que nos distingue de un centro de investigación exclusivamente académica. Desde una posición independiente pero comprometida con los intereses colectivos del país, nuestros informes y documentos se atreven a hacer prospectiva de oportunidades o amenazas, señalar nuestras carencias, identificar buenas prácticas comparadas, y apuntar posibles innovaciones que permitan una mejor inserción de España (ya sea su sector público, su sociedad civil o su ciudadanía en general) en la globalización y en el proceso de integración europea.
La complicada situación a la que todos nos hemos enfrentado en estos años nos ha reforzado aún más en nuestra idea de que el futuro de España reside, en buena medida, fuera de ella y que tenemos que ganar conciencia de que una buena conexión con el exterior es fundamental para el éxito del proyecto de país: una democracia avanzada que disfrute de seguridad y que mejore su prosperidad bajo fundamentos sostenibles de competitividad, inclusión social y respeto medioambiental. Somos, además, una potencia media que puede ejercer influencia efectiva en el mundo -defendiendo nuestros intereses y promoviendo nuestros valores e ideas- y que debe asumir también importantes responsabilidades más allá de sus fronteras. Por eso, en el Real Instituto Elcano, lejos de refugiarnos en ninguna Torre de Marfil del pensamiento puro, nos hemos dedicado más que nunca a la dimensión práctica de nuestras investigaciones. A ser, por tanto, auténtico laboratorio de ideas o fábrica de conocimiento al servicio de España (y, por extensión, de la Unión Europea, del espacio iberoamericano y de la incipiente gobernanza global) que, siguiendo nuestro criterio experto, evalúa críticamente la realidad, y en fin recomienda de forma constructiva cómo se podría mejorar.
En efecto, durante el periodo de la Legislatura que ahora acaba, hemos sido especialmente activos en ese enfoque de pensamiento aplicado. Durante estos años, los Planes de Actuación del Instituto han estado nítidamente orientados a repensar la posición internacional y europea de España en el contexto de crisis y grandes trasformaciones en nuestro entorno. Son muchas las publicaciones y actividades que deberían mencionarse pero permítanme hacer un balance necesariamente breve que, al menos, incluya el importante Informe de 2014 sobre la “Renovación estratégica de la política exterior española” (que realizamos de forma autónoma pero en diálogo con el Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación y con cerca de 200 expertos, decisores públicos, representantes de la sociedad civil y de todos los partidos políticos). Aquel ejercicio fue luego parcialmente recogido en la Estrategia de Acción Exterior que aprobó el Gobierno de España hace menos de un año, del mismo modo que otro trabajo similar, pero realizado a nivel europeo y en compañía de otros tres think-tanks sueco, polaco e italiano (el informe de 2013 “Towards a European Global Strategy: Securing European Influence in a Changing World”), está ahora influyendo en la redacción de la nueva Estrategia Global de la UE que Federica Mogherini presentará al Consejo Europeo durante 2016.
Igualmente resulta obligado mencionar nuestra contribución a la Estrategia de Seguridad Nacional, revisada en verano de 2013 y que ha dado lugar luego a varias subestrategias sectoriales. Nuestro Instituto propició que el documento aprobado diera continuidad al realizado en la Legislatura anterior, de forma que la idea de actualización en vez de la de mera sustitución reforzase el consenso entre distintos colores políticos. Además, junto a nuestro Programa de terrorismo global u otros muchos análisis sobre seguridad abordados siempre desde un punto de vista integral que trasciende las cuestiones estrictas de defensa, puede destacarse también el Informe de 2014 “España, mirando al Sur” sobre las fortalezas y debilidades en nuestras relaciones con la gran región que se extiende desde el sur del Mediterráneo hasta el Sahel.
También hemos realizado importantes esfuerzos para que la visión española moldease el debate sobre el futuro de la Eurozona -demasiado dominado por la narrativa de determinados países centrales- y en ese sentido cabe subrayar el estudio de 2014 “How to Fix the Euro: Strengthening Economic Governance in Europe”, editado conjuntamente con Chatham House y AREL. Otros muchos trabajos sobre seguridad de las inversiones en el exterior, riesgos y oportunidades para la economía española, cooperación al desarrollo o energía y clima completan nuestra aportación en el ámbito económico. Y, para terminar este resumen necesariamente breve, no puede dejar de recordarse otros productos estrella del Instituto: el proyecto en marcha para medir nuestra presencia en Bruselas, la serie de relaciones bilaterales (Brasil, Marruecos, México, Argelia, Alemania, etc.), la colección de perspectivas y desafíos anuales “España en el mundo”, el Observatorio de la Imagen de España en el exterior (OIE), el veterano Barómetro de opinión (BRIE) o el ya consolidado Índice de Presencia Global; que coloca a nuestro país como el decimoprimer Estado con mayor proyección internacional en términos absolutos.
Ahora corresponde afrontar otro momento clave para la inserción de España en el mundo: las próximas elecciones generales del 20 de diciembre. Pues bien, esta publicación supone un paso más en ese intento de analizar, evaluar y hacer recomendaciones sobre el papel que ocupamos y podemos ocupar en los asuntos internacionales. Dentro de pocos días los españoles vamos a someter diversos proyectos políticos al juicio de las urnas y nos parece fundamental que la agenda internacional y europea esté presente en el debate de campaña. Por eso, hace unos meses decidimos diseñar un cuestionario que pretendía, por un lado, interrogar a los principales partidos políticos sobre sus prioridades exteriores y, por el otro, ofrecer a los ciudadanos o a los observadores información y compromisos sobre estas materias. La originalidad de este trabajo es que el papel principal lo asumen aquí los cuatro partidos políticos que –de acuerdo a todos los sondeos electorales- obtendrán porcentajes de voto y representación parlamentaria que les permita condicionar efectivamente la futura agenda exterior de España hasta el horizonte de 2020. El Instituto, desde su posición neutral, prefiere que sean ellos los que libremente expongan esas líneas de su programa y agradece sinceramente que los máximos líderes (en el caso del PP y del PSOE) o sus responsables del área de internacional (en el caso de Ciudadanos y Podemos) hayan accedido a responder nuestras preguntas. No obstante, tanto esa gratitud como ese menor protagonismo no impiden que nuestra antes mencionada orientación crítica y prescriptiva esté también presente tanto en el breve análisis previo como en el diseño del cuestionario.
Y, como muestra de esa actitud exigente, déjenme concluir con un lamento que no se dedica a ningún partido en concreto y quizá ni siquiera a la suma de los mismos, sino más bien a nuestro país en su conjunto. Es evidente que nos encontramos en un momento de encrucijada para nuestro sistema político y que estas elecciones serán seguramente especiales con respecto a las desarrolladas desde finales de la Transición. Muchos asuntos importantes están en juego: el modelo económico tras muchos años de crisis, el futuro del Estado del bienestar, una posible reforma institucional, desarrollos trascendentales en la organización territorial o el reforzamiento de la legitimidad misma de nuestra democracia. Pero, entre todos esos temas sin duda trascendentales, echo en falta que no ocupe también una posición central el debate sobre nuestra política exterior y europea. Es una crítica colectiva a nuestros actores políticos y sociales, a nuestra inteligencia, a los medios de comunicación, tal vez a la ciudadanía misma volcada en exceso hacia los temas domésticos. Existen enormes desafíos globales que no podemos ignorar (seguridad, economía, desarrollo, energía, migraciones, ciencia, o cultura) ni tampoco nuestro papel en los grandes ámbitos regionales (sobre todo en Europa, América Latina y los espacios mediterráneo o atlántico pero también en Asia-Pacífico o África subsahariana). Tratar de cubrir ese hueco en el debate electoral y reivindicar, para antes o después de las elecciones, la importancia de esa agenda son las dos principales motivaciones de esta publicación.