En primer lugar debo subrayar que las relaciones bilaterales son excelentes y creo que todo el mundo lo percibe. La cooperación entre ambos países en múltiples ámbitos ha generado un nivel de confianza sobre el que se pueden construir muchas cosas y afrontar con serenidad las inevitables discrepancias que puedan surgir entre vecinos. En esta legislatura hemos recuperado las Reuniones de Alto Nivel y existe un continuo flujo de intercambio de visitas que seguiremos en la próxima legislatura.
La cooperación en materia de interior –lucha contra la inmigración ilegal, el narcotráfico y el terrorismo– es modélica. Las relaciones comerciales y de inversión son excelentes. Mi intención es que en los próximos años Marruecos siga siendo nuestro principal cliente fuera de la UE, tras EEUU, y que España, con más de 17.000 empresas exportadoras, sea el principal socio comercial de Marruecos.
El fortalecimiento de la relación bilateral con Marruecos debe venir acompañado –así ha sido en los últimos cuatro años– del impulso de nuestras relaciones con Argelia. Este gobierno ha demostrado que se pueden tener buenas relaciones con nuestros dos grandes vecinos del Magreb al mismo tiempo. Además, aspiramos a que la relación entre ellos mejore.
Marruecos es, efectivamente, un socio prioritario para España. De hecho, ambos países mantienen una asociación estratégica que ha adquirido en los últimos años una creciente profundidad, posibilitando un refuerzo continuo de la cooperación sectorial, con resultados concretos y tangibles en el ámbito de la seguridad, las relaciones económicas y los flujos migratorios, entre otros. Ello ha sido posible gracias a la voluntad compartida de recuperar la máxima confianza entre ambos gobiernos, por una parte, y, por otra, de promover un marco estable de cooperación y buenas relaciones de vecindad. Mi intención es seguir por ese camino de fortalecimiento de las relaciones políticas, del diálogo y la concertación. Es precisamente ese clima de respeto y confianza el que nos permite, por ejemplo, abordar con Marruecos la cuestión del Sahara Occidental que, como saben, es una prioridad de la política exterior española y un tema sensible para ambas opiniones públicas. Para España se trata de mejorar las perspectivas del proceso negociador para contribuir a una solución política justa, duradera y mutuamente aceptada, que permita el derecho a la autodeterminación del pueblo saharaui dentro del marco establecido por Naciones Unidas.
De cara al futuro, el gran reto de la relación de España con Marruecos pasa por saber cooperar juntos reconociendo, y tratando de manera constructiva, también nuestras divergencias. Hasta ahora, los gobiernos del PSOE y del PP han preferido dejar de lado las áreas de falta de entendimiento para salvaguardar la cooperación en asuntos como los migratorios y de seguridad.
No entendemos esa lógica y pensamos que España debe tener una relación multidimensional o de “convivencia sincera” con Marruecos en la que, a la vez que cooperemos en temas de interés común, podamos estar en desacuerdo en otros temas (por ejemplo en la cuestión del Sáhara Occidental, en la que el bipartidismo en España está hipotecando cada vez más las esperanzas de autodeterminación del pueblo saharaui).
Por otra parte, apoyaremos de forma activa, tanto a nivel bilateral como multilateral, el desarrollo político y social en nuestro vecino del sur.
Marruecos es un socio estratégico para España y así debe seguir siéndolo. Hemos llegado muy lejos en algunos aspectos como la seguridad en la relación bilateral pero este éxito ha disminuido el potencial de los marcos multilaterales y quizá ha condicionado otros temas al enfoque securitario. Es muy importante que España sea un factor de integración regional en el norte de África. Eso sólo se puede conseguir en un marco más amplio con la participación de la UE. En este sentido, hemos de ser conscientes de la necesidad de europeizar ciertas políticas sobre las que hemos mantenido el control, como los flujos migratorios. Debemos socializar con nuestros socios partes de las iniciativas hispano-marroquíes. Hasta ahora el componente de seguridad ha sido esencial para entender la relación, pero es necesario equilibrar esta estrategia con una relación de más alcance en el ámbito económico, cultural y de contactos entre ambas sociedades. En general, los marroquíes conocen mucho de España pero el conocimiento de la sociedad española sobre la realidad marroquí es aún limitado y muy mediado por los medios de comunicación. Los intercambios educativos, la colaboración entre empresas y administraciones públicas y la movilidad de investigadores pueden ser decisivos en corregir las percepciones sesgadas en ambas orillas.