Me gustaría hacer una doble reflexión previa. La integración de España en la UE, la globalización y la revolución tecnológica, especialmente de las comunicaciones, difuminan en ocasiones las fronteras entre la política exterior tradicional y la política interior. Creo firmemente que la base de una activa política exterior es que España siga fortaleciéndose internamente: que España sea más fuerte. La estabilidad política y la económica son claves. La pérdida de peso relativo internacional de España a la que tuve que hacer frente al llegar al gobierno era en gran medida un reflejo de las debilidades internas. La credibilidad de España en el exterior empieza por tener nuestra propia casa bien ordenada y en buen funcionamiento.
Sobre las tres prioridades por las que me preguntan:
Tengo la ambición de que España vuelva a ser activa, relevante e influyente en la UE y en el mundo, con una política exterior al servicio de los ciudadanos, que defienda sus intereses y proyecte sus valores. Nuestra acción exterior, junto con el resto de nuestros socios y amigos, debe aportar ideas e iniciativas a la solución de los desafíos globales. Por ello, actuaremos prioritariamente en tres dimensiones:
En primer lugar, queremos reenfocar las prioridades de nuestra política exterior. Frente a la preponderancia actual de la defensa de los intereses económicos, de seguridad y geopolíticos, abogamos por una agenda diferente, integrada y multidimensional, que ponga el foco en lo que hemos llamado las “3 des” de la política internacional de Podemos: derechos humanos y equidad de género, democracia y desarrollo sostenible y equitativo. Esas “3 des” informarán el conjunto de la acción exterior de nuestro gobierno. Lejos de ser una declaración abstracta, queremos que estos tres principios tengan fuerza de concreción, sean prácticos y vinculantes, y así hemos estructurado y articulado nuestro programa de política exterior y cooperación.
En segundo lugar, aspiramos a cambiar la forma en que se elabora y ejecuta nuestra política exterior. Queremos una política exterior más transparente, democrática e inclusiva que se construya con la participación de todos los actores implicados (gobierno, parlamento, gobiernos autonómicos y locales, sociedad civil, etc.) a partir de consensos básicos que permanezcan en el tiempo más allá de vaivenes políticos.
Finalmente, tenemos el propósito de aumentar el peso decisorio de la ciudadanía en la política exterior. Hasta ahora, la política exterior ha sido un “coto vedado” a los ciudadanos que permanecen completamente ajenos a decisiones de extrema importancia que el gobierno toma en la esfera internacional. Por ello, queremos tanto aumentar el nivel de información y debate en la opinión pública sobre la política internacional como hacer más partícipes a los ciudadanos en nuestra política exterior, a través de la creación de mecanismos de democracia participativa y de rendición de cuentas ante la ciudadanía de las grandes decisiones de nuestra acción exterior.
Nuestro programa electoral recoge las herramientas que posibilitan estas tres consideraciones.
En Ciudadanos pensamos que la política exterior es una Política de Estado. Por tanto, las prioridades han de fijarse a partir del mayor consenso político posible. España debe recuperar algo que ha perdido en los últimos años: su papel como actor relevante en la construcción europea, la gobernanza global y la difusión de nuestros valores a través de nuestros lazos culturales. Proponemos tres ejes que serán decisivos en la próxima legislatura: el institucional, el europeo y el ciudadano.
El primer eje hace referencia a la necesidad de introducir la meritocracia y la excelencia en la articulación de nuestra política exterior para ser mejores en la planificación, diseño, evaluación y rendición de cuentas. Se trata de despolitizar lo público y reforzar lo verdaderamente político, en especial Parlamento, Presidencia y Comunidades Autónomas, dotándolas de los recursos necesarios en la adaptación de nuestra acción exterior al entorno. La acción diplomática debe seguir el modelo de la REPER bruselense. Es esencial al mismo tiempo integrar de una manera más eficiente a actores relevantes externos (think tanks, academia, ONG,...) bajo principios de participación transparente y competitiva.
El segundo eje se refiere al papel activo que debe jugar España en la integración política de la UE, algo que pasa por una mejor coordinación a nivel ministerial y un mayor liderazgo político. La Secretaría de Estado de la UE debe depender del presidente del gobierno y no del ministro de Exteriores. Por otro lado, no existen unidades de planificación e inteligencia suficientes, ni una estrategia de internacionalización del conocimiento centralizada.
El tercer y último eje es el ciudadano, donde adquiere un papel central la transparencia y la rendición de cuentas. Además, no podemos permitirnos que el talento español en el exterior se desconecte de nuestro proyecto-país. Los campos culturales, científico, tecnológico y ciertos sectores profesionales deberían tener incentivos para colaborar con el Estado para que cada proyecto personal se integrara en nuestra estrategia.